jueves, marzo 15, 2007

Porque algunos no sanan - Parte 3

Otro motivo para no recibir sanidad es el no querer ser sanado.

Hace años cuando predicaba en los hospitales, a una joven del grupo, le tocó ministrar a una señora; al orar por ella la mujer empezó a mejorar. Yo la acompañe la siguiente vez, y mientras compartíamos la Palabra, ella decía que prefería morir. Nos dijo que estaba bien la sanidad, pero ella prefería morir; pues, su esposo había fallecido y ella se sentía sola.

Aunque la guiamos a que recibiera a Jesús, nada pudimos hacer por ella; a las pocas semanas partió con el Señor.

No podemos ir en contra de la voluntad de la voluntad de alguien; Dios nos ha dado libertad de elección.

Desde la creación Dios le dio poder de decisión al hombre. En Génesis 2:15-17 dice: “Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase. Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de el comieres, ciertamente morirás.”

El hombre tenía la decisión de vivir o morir; Dios no iba tomar la decisión por él.

Dios nos respeta, no toma decisiones por nosotros.

En Deuteronomio 30:19 dice: “A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante de la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida para que vivas tu y tu descendencia.”

El deseo de Dios es que nosotros escojamos la vida; pero El no hará nada en contra de lo que decidamos.

En Marcos 15:16 dice: “El que creyere y fuere bautizado será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

Aun en la salvación, Dios le da al hombre la decisión de salvarse. Nosotros somos los que decidimos.

La sanidad divina no es una excepción de esto; Dios no pasará por encima de tu voluntad. Si quieres ser sano lo serás; pero si no quieres, Dios respetara tu voluntad y no hará nada al respecto.

En 1987 en servicio de mitad de semana de la Iglesia La Palabra de Fe (hoy Comunidad Carismática de Lima), llevaron a una mujer ciega que mendigaba en las calles.

Cuando llamaron a la gente que deseaba ser sanada, ella paso adelante. Cuando oraron por ella, al instante fue sanada. Por primera vez en su vida pudo ver; pudo distinguir los colores, ver los rostros alegres de la gente al verla sana.

Pero, también vio otra cosa, miro la lata donde recibía limosnas; posiblemente pensó que iba ha hacer ahora, de que iba a vivir. Luego volvió a mirar a la gente; y de nuevo volvió a mirar su lata. Entonces tomó una decisión, no quiso su sanidad, ella salió del servicio ciega.

Ella tomó una decisión basada en el dinero; no se dio cuenta que el Dios que la había sana era rico para prosperarla; y perdió su sanidad.

Dios es un caballero; el respetará tus decisiones, elige la vida, elige ser sanado.